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El ciberacoso, es un fenómeno que surge en los primeros años del siglo XXI favorecido por la masificación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Diversos estudios afirman la necesidad de seguir investigando y abordar este fenómeno debido a que se ha convertido en una problemática relevante (Marín-Cortés y Linne 2020). En este sentido, las nuevas formas de violencia mediante TIC, producen efectos sumamente negativos sobre la salud mental de los individuos (Torres Montilla et al, 2018).
Ciberacoso
Este fenómeno se entiende como cualquier tipo de conducta agresiva reiterada e intencional mediada por las TIC. Suelen manifestarse en forma de burlas, amenazas, insultos, humillaciones, extorsiones y hostigamientos (Marín-Cortés y Linne 2020). Es decir, refiere a comportamientos de intimidación, presentados a través de medios tecnológicos donde se ridiculiza, se agrede o se excluye socialmente a una persona (Escobar Echavarría et al, 2017).
La mayoría de estudios sobre el ciberacoso se ha centrado en adolescentes (12-17 años) resultando un tanto escasas las investigaciones referidas a jóvenes adultos (Marín-Cortés y Linne 2020).
Marín-Cortés y Linne (2020) señalan tres tipos de roles implicados en el ciberacoso: agresores, víctimas y, en algunos casos, espectadores.
Anonimato del ciberagresor
Debido al lugar que ocupa la virtualidad como espacio de sociabilización, el ciberacoso disminuye la percepción de daño causado por el agresor, donde hay un anonimato que causa sensación de impunidad, en conjunto con la dinámica de las redes que reproduce los contenidos de manera veloz y fácil, sin ningún límite al respecto (Kerman, et al, 2021).
En este marco, se admite que el anonimato o la aparente identidad aumenta la provocación del agresor y, por otro, la indefensión de la víctima (Kerman, et al, 2021).
Además de estas consecuencias devastadoras, producto de la reproducción de contenidos como imágenes o mensajes dañinos que alcanza a múltiples usuarios, el ciberacoso puede ocurrir en todo momento, provocando una sensación de sin salida en la víctima, lo que fomenta cada vez más el temor por su seguridad (Torres Montilla et al, 2018).
El objetivo del ciberacoso es causar en la victima miedo, desesperación y humillación. Empero, para referirnos a este fenómeno, las conductas deben ocurrir de forma repetida y sistemática contra alguna persona que no pueda defenderse. Así es como el victimario evita el contacto cara a cara para obtener una mayor intimidación (Escobar Echavarría et al, 2017).
Tipos de Ciberacoso
Kowalski et al. (2012, citado en Bégin, 2018), distingue una tipología de actos de ciberacoso. Estas son:
Flaming: alude al intercambio en línea entre personas en un ámbito público, tal como las salas de chat o los foros, donde se suele discutir en torno a un tema, promoviendo insultos de unos contra otros.
Hostigamiento: refiere al envío repetitivo de mensajes durante un largo periodo de tiempo y mediante canales de red personal, con el objetivo de colocar a la víctima en un estado de angustia.
Denigración: apunta a las publicaciones en línea de información despectiva o falsa sobre una persona, con el propósito de deteriorar su imagen.
Robo de identidad: refiere al hecho de hacerse pasar por otra persona en línea utilizando su usuario y contraseña o hackeando sus redes personales para dañar su reputación.
Incitación a la divulgación o divulgación de información personal de otra persona: apunta al intercambio de información personal sobre alguien ajeno.
Exclusión: alude a la exclusión de diversas personas en entornos tales como el de los juegos en línea o foros, donde se movilizan estrategias tecnológicas para bloquear el acceso.
Ciberacecho: sugiere la acción de seguir actividades en línea de determinados usuarios para recabar información personal sobre ellos.
Grabación de video de agresiones: apunta a la filmación de escenas de violencia o humillación que se cometen hacia las víctimas, con el propósito de publicarlas y fomentar el acto violento.
Sexting: es el envío o publicación en línea de fotos o videos de una persona parcialmente o totalmente desnuda con el objetivo de vulnerabilizar a la misma.
Consecuencias nocivas del ciberacoso
Al pasar por la experiencia del ciberacoso, investigaciones al respecto han manifestado que las víctimas son propensas a sentir miedo, preocupación, frustración, irritabilidad, decepción, desesperanza, vergüenza y tristeza (Marín-Cortés y Linne 2020).
Marín-Cortés y Linne (2020) indican que suele acrecentarse el sentimiento de vergüenza en las victimas cuando los contenidos personales llegan a múltiples personas, generando una estigmatización y humillación por parte de muchos destinatarios y, a causa de esta problemática, las personas experimentan desconfianza ante los otros, provocando un impacto negativo en su círculo social o, en algunos casos, el aislamiento totalmente de sus relaciones sociales.
En este sentido, se evidencia el impacto negativo en la salud psicológica de la persona, donde tanto las cibervictimas como los ciberagresores presentan un gran riesgo de intentos suicidas, a diferencia de aquellas personas no implicadas en este fenómeno (Chamizo Nieto y Rey, 2020).
Se ha demostrado también que los efectos incluyen aumentos pronunciados del estrés, ansiedad, baja autoestima, uso problemático de internet como juegos en línea o cibercondría, pactos de cibersuicidio y fracaso escolar. Pese a todo ello, el ciberacoso podría tener consecuencias respecto a la aparición de psicopatologías graves (Torres Montilla et al, 2018).
Respecto a la comparación con victimas del acoso tradicional, las del ciberacoso sufren durante más tiempo las consecuencias psicológicas que las primeras. Las repercusiones a corto, mediano y largo plazo son alarmantes, pudiendo manifestarse en las personas afectadas diversos sintomas psicosomáticos, como cefalea y dolores abdominales cuando son acosados de manera cibernética.
Las consecuencias estimulan y aumentan el miedo, la inseguridad y el temor por la seguridad de la integridad. Asimismo, para combatir los sentimientos negativos asociados a la agresión, los individuos que han sufrido ciberacoso suelen abusar de sustancias y de drogas psicoactivas (Torres Montilla et al, 2018).
Conclusión
- El ciberacoso apunta a comportamientos agresivos de manera repetitiva e intencional a través de las TIC. Estas conductas se producen por parte de un ciberagresor a una cibervictima y pueden traducirse en hostigamientos, insultos, humillaciones, extorsiones, entre muchas más.
- A causa de esta problemática pronunciada cada vez más en la actualidad, se engendran efectos nocivos en los individuos implicados en la misma. Estas consecuencias refieren a trastornos psicopatológicos, en mayor medida depresión y ansiedad, baja autoestima, conductas autolesivas, abuso de sustancias, problemas sociales e ideación suicida (Alonso y Romero, 2020).
- Respecto diversos estudios, el ciberacoso parece ser principalmente una problemática adolescente que se extiende a los jóvenes adultos, aunque implica en gran medida a la población infantil.
- A pesar de todo lo expuesto, es importante destacar que la investigación acerca del ciberacoso es un campo que aún requiere de mayor estudio y clarificación en los distintos rangos etarios (Alonso y Romero, 2020).
Referencias
Alonso, C. y Romero, E. (2020). Estudio longitudinal de predictores y consecuencias del ciberacoso en adolescentes españoles. Behavioral Psychology / Psicología Conductual, Vol. 28, No 1, 2020, pp. 73-93.
Bégin, M. (2018). Cyberbullying. A review of international research about the representations, prevalences, effects and explanations of the phenomenon. RE-PRESENTACIONES N.10 (Segundo semestre 2018). Universidad de Santiago de Chile, ISSN 0718-4263.
Chamizo Nieto, M. T. y Rey, L. (2022). Ciberacoso y recursos personales en adolescentes: las competencias emocionales y la gratitude como factores de protección ante las conductas de ciberagresión. Know and Share Psychology. Universidad de Málaga, España.
Escobar Echavarría, J., Montoya González, L. E., Restrepo Bernal, D. y Mejía Rodríguez, D. (2017). Ciberacoso y comportamiento suicida. ¿Cuál es la conexión? A propósito de un caso. rev colomb psiquiat. 2017;46(4):247–251.
Kerman, B., Gaggino, M., Calvo, F., Mortara, G., Morrongiello, N., Kobylanski, R. (2021). Levels of Cyberbullying during the period of Preventive and Mandatory Social Isolation in adults living in Argentina. South Florida Journal of Health, Miami, v.2, n.4, p.442-455. Oct./dec. 2021. ISSN 2675.5467.
Marín Cortés, A. y Linne, J. (2020). A review on emotions associated with cyberbullying in young adults. Psicoperspectivas, 19(3).
Torres Montilla, Y., Mejía Montilla, J. y Reyna Villasmil, E. (2019). Características del ciberacoso y psicopatología de las víctimas. Repertorio de medicina y cirugía. Vol. 27, n.3, 2018.